En mi experiencia desempeñándome como psicólogo en el ámbito clínico, he logrado reconocer un cuadro que no está consignado en la suicidología ni en el campo de la salud mental, al cual llamo «suicidio a largo plazo».
Este cuadro se caracteriza por personas que presentan algún tipo de sintomatología depresiva y/o ansiosa, que por lo general, han sufrido en su infancia maltrato, abuso o condiciones socioeconómicas muy bajas. Probablemente con familias disfuncionales que influyen en la personalidad de quienes presentan este cuadro.
Se entiende por «suicidio a largo plazo» al cuadro que se caracteriza por la realización de conductas de desprotección de la salud física y mental. Esto se evidencia principalmente en personas con alguna enfermedad crónica o que requieren cuidados especiales, quienes se niegan a recibir los tratamientos necesarios. En la misma línea, la persona hace caso omiso a las recomendaciones del personal de la salud para su cuidado personal, a pesar de ser consciente de que su vida o calidad de vida dependen de estos cuidados.
«Básicamente, nos encontramos con personas que desean morir, pero no lo dicen abiertamente»
En definitiva, este cuadro muestra a personas que descuidan su salud y en algún momento, la ponen en riesgo, aunque no lo expresen abiertamente. No se ven señales inminentes de ideación, planificación o intento suicida, sino más bien un deterioro a largo plazo o cuando su salud lo determine.
Este comportamiento puede observarse en personas que han padecido depresión sin tratamiento profesional. Se pueden evidenciar síntomas como sentimientos de vacío e inutilidad, baja autoestima, falta de sentido de vida e incluso una desconexión con la realidad, donde parecen vivir en otro mundo, desconectados de su propio cuerpo.
Las causas que atribuyo a este cuadro son, posiblemente, traumas infantiles, decepciones de vida, fracasos, duelos patológicos o el conocimiento de padecer una enfermedad crónica.
Si analizamos las justificaciones para el descontento con la vida o la falta de seguimiento de las recomendaciones de salud, es probable que encontremos frases como «de algo hay que morir», «ya he vivido lo suficiente», «puedo morir en paz», «¿qué más puedo hacer? No quiero privarme de vivir si al final moriré de todos modos».
¿Por qué prefieren esta forma de «suicidio» y no lo realizan directamente?
Para esto podemos encontrar varias razones y me he encontrado con muchas justificaciones. En personas religiosas, podemos ver un miedo a las «represalias divinas» posiblemente por temor a ir al infierno si se suicidan, por otra parte, vemos a personas que viven su vida a destajo, por ejemplo en la alimentación, donde personas con diabetes continúan consumiendo azúcar a pesar de las restricciones médicas «me gusta comer y no pienso dejar de hacerlo, si debo morir por eso, lo hago con gusto», o persona con riesgo de cáncer pulmonar que fuman cigarrillo de manera continua y en grandes cantidades diarias «el cigarrillo me relaja, me ha acompañado mucho tiempo, me iré con él a la tumba».

También nos podemos encontrar con personas temerarias y que realizan actividades, ya sean de entretención o deporte que son arriesgadas para su vida como la escalada o el llamado «fee solo» (para quienes no lo conozcan los invito a buscar información al respecto) que es escalar pendientes sin protección alguna «la adrenalina es mi pasión y la escalada es parte de mi vida, y posiblemente será parte de mi muerte», misma justificación que utilizan las personas que realizan Parkour (deporte basado en trazar lineas imaginarias en la ciudad y recorrerlas a pesar de los obstaculos que se presenten). Así mismo, personas que realizan carreras de autos clandestinas, o en un ámbito delictual, sujetos que se ven envueltos en armas ilegales, pandillas o riñas, teniendo en cuenta que su vida corre peligro.
¿Qué podemos hacer si padecemos esto, o conocemos a alguien con estas características?
Es difícil problematizarles a ellos la situación en la que se encuentran y la gravedad que conlleva el no cuidarse, recordemos que son personas que le tienen poco o nulo valor a su vida, por lo que tomar riesgos no es un problema para ellos aunque lo sea para nosotros. Ante esto podemos de igual forma intentar hacer un esfuerzo e ir en su ayuda.
- Mostrarles el lado bueno de la vida, cosas que para ellos sean importantes y significativas por las cuales valga la pena vivir
- Realizar propuestas de proyectos, especialmente si son en familia o actividades recreacionales (vacaciones o juntas familiares)
- Las personas significativas en su vida cumplen un rol fundamental, por lo que mostrarles las consecuencias de su muerte en esas personas significativas podría ayudar a que la persona problematice esta situación «si no lo haces por ti, pues hazlo por el/ella»
- Incentivarlos a vivir una vida saludable, tanto física como mentalmente, mostrándoles que ser saludables no necesariamente tiene que ser aburrido o desagradable
- Acompañar emocionalmente y validando sus emociones, entendiendo que probablemente tengan un dolor emocional interno del cual no hablan con nadie, por lo que la ayuda de alguien que los acompañe, puede disminuir su dolor
Si los síntomas persisten o vemos que la persona realiza de manera más directa conductas suicidas de planificación del hecho o ha tenido algún intento, es necesario llevarlo donde un profesional de la salud mental que pueda intervenir realizando un diagnostico y tratamiento certero.
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