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El confinamiento ocasionado por el virus COVID19 ha traído consigo numerosas consecuencias. Hay estudios que empiezan a señalar cómo el confinamiento prolongado y el aislamiento social están causando desajustes a nivel de funciones ejecutivas (principalmente nuestra capacidad de autogestión) tanto conductual, como cognitivas y emocionales, principalmente en niños y adolescentes. Esta es solo una de las primeras consecuencias que estamos empezando a constatar, no obstante, no solo el confinamiento en así está causando estragos en nuestro equilibrio psicológico. Hay países que están desde hace meses en procesos de desescalada tras un confinamiento domiciliario total y que señalan una nueva consecuencia; el miedo a abandonar el hogar.

A priori esto puede parecer totalmente contradictorio, teniendo en cuenta que el confinamiento ha sido una imposición que en general no causó respuestas positivas. Sin embargo, y para fortuna de muchos, esta reacción psicológica no es nueva ni grave. El Síndrome de la Cabaña, o la ansiedad ante la idea de abandonar el hogar o refugio de reclusión prolongada, sea o no voluntaria, e interactuar con personas fuera de este, es una situación que se repite a lo largo de la historia en distintos contextos.

Cuadro de Vincent van Gogh​, Dormitorio en Arlés. un fuerte contraste entre colores cálidos y frios. una cama, dos sillas, una mesita, una ventana. una habitación decorada con cuadros, propia de un pintor, tal vez el interior de una cabaña
Dormitorio en Arlés – Vincent van Gogh​ (1888)

El origen de su nombre proviene de los países nórdicos, en los que es frecuente que la población tenga que recluirse en sus hogares durante largos periodos de tiempo debido principalmente a casuísticas meteorológicas. Tras estos meses de confinamiento en el hogar, las personas podrían experimentar distintos síntomas como angustia, irritabilidad, decaimiento, y finalmente episodios de ansiedad generalizada ante el momento de retomar rutinas en el exterior. Esto es lo que se acuñó como Síndrome de la Cabaña. Al no tratarse de un trastorno psicológico, no hay una definición “oficial” en los libros de referencia (DSM5, CIE11), sin embargo, su etiología se repite en distintos puntos del planeta, haciendo factible la interpretación de que es una reacción psicológica “normal” y esperable en el ser humano en determinadas situaciones.

¿Cuáles son los síntomas más comunes del Síndrome de la Cabaña?

  • Ansiedad, angustia o miedo ante la idea de salir de casa o interactuar con personas desconocidas (salir de la zona de confort)
  • Aumento del ritmo cardíaco
  • Sudoración
  • Malestar gastrointestinal
  • Temblor
  • Hiperventilación
  • Problemas para dormir de noche, lo que también se conoce como “mala higiene del sueño”
  • Irritabilidad
  • Decaimiento y desmotivación
  • Autoaislamiento social
  • Tendencia a evitar las situaciones en las que se tenga que salir del hogar

Recomendaciones

La principal recomendación para combatir este síndrome es la salida paulatina. Debemos intentar que nuestras salidas sean graduales, consiguiendo así un refuerzo por logro. Si existe ansiedad ante la idea de abandonar el hogar, lo mejor será que salgamos durante unos minutos al día, quizás a dar un paseo y tomar el sol cerca del hogar. Estos minutos deberán ir aumentando día tras día y notaremos cómo la ansiedad comienza a disminuir gracias a la exposición controlada y constante, lo que nos ayudará a predecir qué va a ocurrir en esos minutos, y, por tanto, nos hará sentir en control de la situación y más tranquilos.

¿Cómo sé cuándo acudir a un profesional?

Vivenciar alguno de los síntomas anteriores puede ser algo normal y coherente para cualquier persona tras un periodo de aislamiento social y confinamiento. Sin embargo, debemos estar atentos a que estos síntomas no se desarrollen en algo más grave, limitando significativamente nuestra calidad de vida. Si las recomendaciones señaladas anteriormente no son suficientes y la angustia ante la idea de salir del domicilio es demasiado fuerte, creando incluso situaciones de taquicardia o hiperventilación, se recomendaría acudir a un especialista.

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Fotografía de la Psicóloga Vicky Ramírez Barcia, en un campo, cabello castaño claro, casi rubio, sonriente con sus lentes de marco grueso y negro

Vicky R. Barcia.

Psicóloga Clínica Mtr. en Orientación de la Universidad de Sevilla
Dipl. (c) en Salud Mental y Psiquiatría

Psicóloga Clínica Magister en Orientación de la Universidad de Sevilla, España. Estudios en equinoterapia y experiencia en programas de «Respiro Familiar» y en «Orientación Educativa» en la US.

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