Seguramente todos nos hayamos visto influenciados alguna vez por la imagen del sexólogo de televisión. Presentado como experto en sexo, entre bromas y preguntas curiosas, es usado de forma morbosa por los medios de comunicación para subir puntos de rating y sonrojar a alguna abuelita parte del publico.
Pero… alejados de las luces y cámaras de los matinales y algún programa del corazón -en el que parece todo es Kamasutra- están los verdaderos sexólogos, aquellos dedicados a la investigación, la clínica y la educación.

El estudio del placer
El sexo es placentero, eso es algo que no podemos negar, una variable -de tantas- que estudiamos en sexología con orgullo y rigor científico. Sin embargo, para algunas personas, lo que debería significar una experiencia gratificante es un momento de miedo, nervios, vergüenza, traumas y dolor.
Con las estadísticas a la vista comienza a asomar un área de la sexología que rara vez se ve en televisión, una teñida por el sufrimiento y la vergüenza que por lo general se suele -mal- llevar en soledad. Una en la que las bromas dejan de ser graciosas y las preguntas dejan de ser meras curiosidades.
El largo periplo antes de llegar al sexólogo
Cuando en la clínica nos enfrentamos a los problemas que muchas personas traen, sabemos que para haber llegado al sexólogo han de haber cargado una pesada mochila en la que no solo van sus padecimientos, sino que malos consejos de amigos, búsquedas infructuosas en Google, problemas de pareja y noches sin dormir.

Sísifo fue un personaje de la antigua Grecia castigado por Zeus a empujar una enorme piedra cuesta arriba por una ladera empinada. Lo más jodido era que todas y cada una de las veces, cuando estaba llegando a la cima, la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez, día tras otro, año tras año. Así durante el resto de su vida.
Sabemos que al momento del agendar, puede haber una firme decisión por parte del paciente de buscar ayuda profesional, pero a último minuto la vergüenza ataca y obliga a cancelar la cita. Tan solo el 25% de las personas con algún problema o malestar de tipo sexual consultan con un profesional pese a la alta efectividad que ha demostrado tener la terapia sexológica. Por poner un ejemplo, el 75% de los casos de disfunción eréctil son solucionados sin la necesidad de recurrir a fármacos.
Por esta razón, para nosotros, los sexólogos, en la primera sesión te pondremos sobre la mesa nuestra confidencialidad.
Ni follología ni putología. Sexología
El creciente número de «sexólogos» sin formación oficial que se centran únicamente en el acto sexual, sin conocer los procesos biológicos y psicológicos subyacentes, representan un problema para sus pacientes y para colegas formados académicamente.
Y es que la sexología no es un tema de glamour, es una ciencia que incluso podría salvar tu vida. Hay casos de disfunción eréctil que al detectarse (correctamente) han revelado alguna cardiopatía de fondo. Ante tal situación, se realiza la derivación a cardiólogo y se previene el avance de una enfermedad que podría tener resultados mortales.

Para los colegas sexólogos, aquellos con auténtica formación académica, el «sexólogo» de televisión es un dolor de cabeza. Contribuye a la creación de una imagen errada, en la cual el o la sexóloga es una especie gurú sexual y que dentro de la consulta de lo único que se habla es de follar/culear. Las consecuencias de esta representación no solo son para aquella persona que ve incrementado su temor al momento de acudir en búsqueda de ayuda, sino que, muchas veces, las profesionales de la sexología son acosadas por personas inescrupulosas.
La sexología no es solo acto sexual, es biología, psicología, educación emocional y sexual… es aprender a respetar y apreciar la diferencia.